viernes, 30 de septiembre de 2011

A contracorriente

Hoy he experimentado una serie de sensaciones contradictorias que me enorgullecen a la vez que me avergüenzan, todo ello debido a algo tan simple y antiguo como es el don con el que fue dotado el ser humano para la comunicación.

La causa de tal desasosiego no es otra que el idioma. Si. Esa componente fundamental e infravalorada del ámbito de lo social. Creo poder afirmar que no soy el único que se ha visto alguna vez coartado por motivos lingüísticos ante la imposibilidad de transmitir nuestras ideas o incluso necesidades, a nuestro interlocutor. No sé si habréis sufrido esa sensación muy a menudo, pero desde luego, no me cabe la menor duda de que todo aquel que se ha visto inmerso en tal orgía de sensaciones frustradas, no lo olvida con facilidad. Mientras más me intereso por ampliar fronteras y abrir mi mente a nuevas vivencias, más duro y compacto parece el muro con el que tiendo a impactar, y más frecuentemente experimento esta horrible desazón, cada vez mas cotidiana a la par que especialmente española.

Sin embargo, a día de hoy, en un mundo cada vez más globalizado, donde las distancias culturales se han visto reducidas hasta niveles irrisorios, donde existen infinidad de redes de comunicación que nos permiten asistir a eventos diversos a lo largo y ancho del planeta, ya sea de manera física o virtual; en este marco cultural incomparable caracterizado por la búsqueda de alianzas que pongan en valor al conjunto a través del apoyo de sus individualidades... me sorprende y entristece descubrir que existen pequeños reductos sociales aún, en los cuales tales afirmaciones son entendidas como ajenas, o, cuando menos, amenazadoras.

¿Cómo si no explicaríais que un país se vea fragmentado por razones culturales y lingüísticas? Evidentemente la cultura propia de un lugar, entendida como la tradición a la cual debe su idiosincrasia, debe ser, en todo momento, defendida y fomentada, con el fin de mantener la riqueza que caracteriza y diferencia las diversas colectividades y aporta heterogeneidad a este conjunto. Lo que no acabo de entender, es en qué punto concreto de dicha definición de principios, aparece la negación al grupo, al elemento conciliador que los une y los fortalece.

Jamás podré entender dicha asociación de ideas, en tanto en cuanto, yo puedo decir con total confianza, que me siento plenamente orgulloso de mis orígenes y todas y cada una de las características que conformaron mi forma de ser, sin por ello negar ninguno de los niveles jerárquicos en los que se estructuran dichos orígenes. Yo soy un ciudadano de pueblo, orgulloso de su provincia, como parte de su maravillosa comunidad autónoma, integrante de pleno derecho de este espléndido país, como miembro de nuestra ilusionante y prometedora Unión; con sus múltiples defectos, sinrazones, injusticias o incluso desagradables muestras de nuestra insaciable sed de corrupción. Pues bien, sigo estando orgulloso de todo ello, hasta el punto de no perder la esperanza en que exista un futuro mejor.

Ahora bien, una vez que ya he superado la barrera idiomática que tan concienzudamente se empeñó en grabar a fuego nuestro “alentador” sistema educativo, me encuentro ante el gran dilema, ¿cómo encontrar palabras que me ayuden a justificar o, como poco, explicar a mi querido interlocutor el por qué de unas políticas nacionalistas obsesionadas con la imposición de lenguas minoritarias frente a aquellas de mayor repercusión? ¿Cómo se le explica a un ingenuo visitante, ajeno a toda polémica histórica, capaz de hablar con fluidez más de cinco idiomas, tal barbaridad? Y lo que es peor, ¿cómo explicarle a tus hijos, que en un alarde de extrema “generosidad” y “humildad”, has decidido hipotecar su futuro negándoles el mayor legado que podrías transmitirles, su habilidad para comunicarse más allá de sus límites más inmediatos?

Me estremece sólo pensar en verme en esa temible tesitura. Quizás deberíamos imponer en la escuela, aparte de las ya comentadas clases de idiomas para los pequeños "infelices", un temario extra orientado a sus indefensos progenitores, en el cual enseñarles a defender tan “plausible” postura.

Señores, el ego, principal mal de esta sociedad, no hace sino entorpecer la gran variedad de virtudes que caracterizan al ser humano y le otorgan la grandeza que sin duda poseen. Pese a ello, no parecemos programados para aprender de errores pasados, y seguimos empeñados en demostrar que son los astros quienes giran en torno a la todopoderosa Tierra, gobernada y dirigida por nuestros invencibles iguales.

¡Que no! ¡No somos mejores que los demás, no estamos por encima del conjunto! Y no, no podemos oponernos a las tendencias más globales por el simple hecho de dejar nuestra huella en la historia, aunque sea un rastro de pena y destrucción. Cada catástrofe natural, cada desastre acaecido, nos debería ayudar a entender lo insignificantes que podemos ser, como partes de este maravilloso Todo en el que estamos sumidos.

Por favor, desde aquí hago un llamamiento general, para que se analicen las decisiones tomadas y sus más que probables consecuencias a medio y largo plazo. No podemos dejar que sea el orgullo quien gobierne nuestro futuro, sino nuestro raciocinio quien lo guíe. Superemos el egocentrismo que ha manchado tantos y tantos episodios de nuestra historia, olvidemos nuestro ombligo por un momento, para levantar la mirada y ver más allá, disfrutar de la gran cantidad de novedades que se nos ofrecen cada día y que contribuirán a formar la personalidad de los que están por llegar.


Un paso más

Desde hoy, Identidades Ocultas, cuenta con un nuevo espacio de intercambio de ideas, al ofrecer su perfil en twitter, @blogidocs, para que podáis seguirnos y contribuir a través de vuestras opiniones y sugerencias.

Consideraos bienvenidos.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sin rumbo definido

En una época donde la mayoría de la población se encuentra sumida en un caos y desconcierto propios de la situación económica reinante, nos enfrentamos a un problema aún mayor: Nos movemos sin rumbo definido. Siempre se ha dicho que de los malos momentos es cuando más se aprende en la vida, y que son las malas experiencias las que marcan nuestra personalidad y nos animan a mejorar. Sin embargo, la sociedad actual parece ajena a toda esta filosofía, esperando a que amaine el temporal, sin plantearse más allá de la niebla inmediata. Y con sociedad nos enmarco a todos.

Concretamente en el mundo de la construcción, sector líder en la economía nacional y por tanto a la cabeza de la debacle y recesión económica, es donde menos se ha aprendido y donde menos intención de mejora o reflexión existe.

La razón principal es que nos hemos mal acostumbrado a la benevolencia de un sector aparentemente al alza de manera indefinida, donde el dinero se ha reproducido a espuertas, sin exigir nada a cambio. Ahora, cuando el dinero desaparece y se esconde a cada minuto, donde el trabajo bien hecho no es sinónimo siquiera de cobrar o cubrir gastos, en este momento tan delicado…resulta que los agentes intervinientes en todo el proceso constructivo han decidido por unanimidad reducir los equipos al mínimo hasta el punto de verse superados por los escasos trabajos de los que disponen, logrando resultados incluso peores que los anteriores, en plena ebullición inmobiliaria. No hemos sido capaces de replantearnos la profesión, asumir nuestros errores y reconocer lo descabellado e irreal de la etapa vivida, sino que nos recreamos en la ilusión cegadora de un desastre pasajero y accidental. Señores: ¡el sistema ha fallado! Se han demostrado sus carencias y debemos resetearnos cual electrodoméstico bloqueado. Pero no, el ser humano es más inteligente que la máquina y es capaz de tropezar infinitas veces en la misma piedra y autoconvencerse de que la piedra no es real. Así somos. Y esto se demuestra en cada uno de nuestros actos.

Todos sabemos que este sistema capitalista (el cual no pretendo valorar) se basa en la ley de la oferta y la demanda, y es el equilibrio entre estas el objetivo final y utópico que lo motiva. Pues bien, en el mundo de la tecnología, que tanto nos abruma y atrae hoy en día, resulta incluso más evidente este proceso.

La tecnología es quizás el sector referente del capitalismo, en tanto en cuanto, ha sido capaz de convertirse en una necesidad social primaria, que lidera en el mundo desarrollado y motiva a aquellos en proceso de desarrollo.

Sin embargo la vinculación de este sector aplicado al mundo de la construcción ha derivado en una fallo de sistema básico. Es decir, los técnicos, seducidos por las oportunidades generadas por la tecnología, hemos perdido de vista el objetivo original, resolver las necesidades de la gente. Nos hemos cegado ante la inminente atracción generada por el nuevo oro conceptual, sin recaer en la condición de herramienta de la tecnología. La tecnología nunca puede ser un fin, sino un medio hacia un fin mayor.

Pues debemos entonar el mía culpa, ya que somos los técnicos los principales responsables del fracaso de la tecnología en el sector de la construcción. ¿Por qué? Sencillamente porque no somos capaces de emplear la tecnología para simplificar procesos. La tecnología es compleja pero se generó para ayudar a realizar las tareas con mayor celeridad y sin problemas. Pero no. Ahora nos encargamos de buscar el más difícil todavía con idea de demostrar una mayor capacidad de innovación, mayor originalidad e imagen de grandeza. Lo que se denomina generar oferta.

Sin embargo este enfoque es completamente erróneo, ya que el destinatario de esta tecnología no es sino el destinatario de la construcción, es decir, el ciudadano, independientemente de sus capacidades en materia de tecnología, o su interés por la innovación. Los consumidores, en su mayoría, no se sienten atraídos por la complejidad sino por la sencillez.

La domótica ha fracasado por la inseguridad generada entre los usuarios al no conocer el funcionamiento de sus nuevos mecanismos.

El nuevo concepto de Hogar Digital va más enfocado a los servicios que a la tecnología, pero el problema es aún más sencillo, una vez más. Se trata de concienciación social, concienciación entre los profesionales para reconcebir la tecnología y su aplicación a determinados sectores, y concienciación social para entender las posibilidades que ello nos genera.

En otras palabras, la concienciación social debe ser la encargada de generar demanda, motor fundamental de la economía y elemento clave en las reglas del juego.

Uno de los problemas más difíciles de resolver en este momento, no son el paro o la crisis económica, sino la cantidad de oferta desaprovechada y en pleno proceso de deterioro que jamás podrá solucionar la demanda no satisfecha existente y por aparecer.

Por otra parte, nos encontramos ante las nuevas tendencias constructivas, en boca de todos hoy día. Los conceptos vinculados a la sostenibilidad, construcción bioclimática o respetuosa con el medio ambiente están de moda. Lo verde vende. Y sin embargo nos estamos volviendo a equivocar, estamos perdiendo una oportunidad única de concienciar a la sociedad de un problema de gran magnitud, que debería preocuparnos a todos. ¿Realmente creen que cuando la gente entienda la situación y se haga cargo de ella, no van a demandar menor huella ecológica en sus viviendas? Y lo que es más importante, ¿realmente creen que en ese caso algún constructor, promotor o proyectista de prestigio vacilará acerca de la inclusión de las correspondientes medidas correctoras?
Señores, los problemas son muy complejos y las soluciones diversas, pero como en la tecnología, lo más sensato es centrarnos en descubrir la más sencilla posible y creer en ella hasta su consecución. Todo es cultura, así que enseñemos sostenibilidad y hagamos tangibles los métodos y conceptos “extraterrestres” que colmatan la mayoría de reuniones de trabajo asociadas a este sector en peligro de extinción.

La plancha y el calentamiento global

Hoy estaba planchando recién levantado, y se ha producido uno de esos momentos de extraña lucidez, que afortunadamente no ha traído como consecuencia el “descarte” de una camisa.

Mientras planchaba, he imaginado cuanta gente habría en España haciendo lo mismo que yo, planchar la ropa del trabajo con un electrodoméstico, que en el mejor de los casos tiene una potencia=consumo, de 2.500 watios.

A continuación me ha venido a la cabeza dos cosas que se han hecho o promovido recientemente para el ahorro energético y combatir el calentamiento global y me he dado cuenta de que sólo se les ocurren medidas “tocahuevos”. A saber: reducir el límite de velocidad a 110 Km/h o reducir hasta casi eliminar el aire acondicionado.

Sobre los 110 km/h hay unanimidad, ha sido la “idiotez” más grande del mundo, que nos ha costado a todos los españoles más de 400.000.-Euros en modificación de señales de tráfico. Yo no sé si ahorró los 300.000 litros de gasolina que aproximadamente se puede comprar con ese dinero, y que podríamos haber recibido de gratis con cargo a todos, pero sí que resultó una medida que a todos nos tocó la moral.

En cuanto a lo del aire acondicionado, estoy de acuerdo en que históricamente siempre se ha abusado de él, pero este verano no había quien fuese a determinados edificios públicos o grandes superficies en Andalucía. Un punto medio, habría sido más correcto, creo yo, porque lo que te ahorras en aire acondicionado, lo hemos gastado todos lavando la ropa sudada.

Así, en ese alarde de deducción y concentración mañanera, me he dado cuenta de que nadie ha planteado aun medidas que nos harían a todos más felices y que sí que ahorraría un montón de energía:

            1º Si se prohibiese por ley el planchar la ropa, costumbre que tenía sentido antiguamente con tejidos menos evolucionados, serían 47.000.000 menos de planchas funcionando todos los días o semanas. Suponiendo que cada plancha esté al menos una hora encendida a la semana, alcanzamos una cifra más que bonita, aunque sólo sea atribuyendo un consumo de 2.000 watios a cada plancha.
            Total, ya existen tejidos que no requieren planchado y una camiseta bien tendida tampoco es que sea tan desagradable de ver si no está planchada.
            Además esa hora que ganaríamos todos a lo mejor nos permitía hacer cosas más sanas un domingo por la tarde… lo que redundaría en natalidad y salud.

            2º Si se prohibiese por ley los trajes y las corbatas… vale, no sé si se ahorraría, pero seríamos más felices y seguro que sudaríamos menos en las épocas de calor.
Al menos ya serían menos prendas a limpiar.

            3º Si se eliminase el alquiler físico de películas, obligando a las productoras a alquilar a través de videoclubs online, ya no tendríamos que coger el coche para alquilar, ni desplazarnos y además conllevaría una reducción del coste de cada alquiler.

            4º Si se obligase a la realización de la compra online o por teléfono, no iría cada uno al supermercado con el consiguiente consumo de combustible (cada persona hace el trayecto de su casa al súper y vuelta completo), sería el personal del supermercado el que en un solo trayecto podría servir la comida a unos 15-20 hogares, con el mismo gasto energético que hace un solo cliente. Total, señores, que tanto la carne, como el pescado, como los yogures, vienen ya en paquetes con idéntica calidad. NO HACE FALTA VERLO Y TOCARLO. Y si no, se devuelve.

            5º Si se impusiera el horario europeo en las oficinas, cada trabajador iría y volvería sólo una vez del trabajo y, si no va a comer a casa, al menos ahorraría en restaurantes al medio día. Además al tener más tiempo libre, aquellos que les gusta el deporte, lo practicarían a diario, lo que redundaría en un ahorro en asistencia sanitaria.

            6º Si se crease una base de datos sobre trabajadores en cada localidad, capacitación y lugar de trabajo, se podría evitar que todas las mañanas haya un montón de trabajadores que se cruzan en sus coches para ir a trabajar al lugar de residencia del otro, que tiene la misma capacitación que él. Seguro que ambos trabajadores se plantearían el intercambio de puestos laborales con tal de no comerse un atasco y perder dos horas todos los días.

            7º Según un estudio de Bruselas, si un 10% de usuarios cambiase el coche por la moto, habría un 40% menos de atascos, pero claro eso es cada vez más complejo porque el Sr. Pere Navarro parece tener una clara persecución por las motos. No quiero ni pensar cuanto consumen los coches en ese 40% de atascos que no se evitan.

            8º Si se habilitasen vestuarios y aparcamientos de bicicletas en las grandes empresas, además de autorizar las bicicletas en los metros y trenes (sin limitación horaria), mucha gente dejaría el coche en casa y se ahorrarían más atascos, humos y mala leche. Que somos europeos nada más que para subir la gasolina e impuestos, pero no para emplear más bicicletas como en Holanda o Alemania (donde por cierto llueve más y hace más frio que en España).

            9º Si no fuésemos tan “gilipollitas” con las formalidades a la hora de vestir, mucha gente, mucha buena gente, motera, no tendría que tener una moto y un coche o scooter para ir guapo a trabajar. Tendría un único vehículo, ese que le calienta el ánimo, con el consiguiente ahorro en aceites y sustancias de lubricación de motores que no existirían.

            10º Si se dejasen de imprimir periódicos y se pasasen a plataformas digitales, se dejaría de cortar tantos árboles y no habría un montón de kilos de papel transportados todos los días desde las imprentas a los kioscos.

            Y por último, y más polémico: si se prohibiese la emisión de televisión durante la hora de la comida y siesta (ahorrándonos esos programas de corazón o culebrones de dudosa calidad), todos dormiríamos o nos “querríamos” igual, pero con la tele apagada.

martes, 27 de septiembre de 2011

Step by step


Today it´s a special day for our blog: Identidades Ocultas, has already its own site on facebook. In order to make your access easier, we have created this fb site to let you know what is happening in our blog, and open the door to your comments and suggestions.

As you can see, we are trying to write in English, because every language will be welcome here. Remember! We are interested in ideas and contents; languages and names are not important.

Enjoy it, and feel free to help yourself!

Greetings,

Identidades Ocultas.

P.S. Sorry! We already know, we have to improve our english skills.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Doble rasero

Puede que sea una de las cosas más comunes e irritantes de una relación, pero no os preocupéis, no estoy aquí para hablar acerca de mis fracasos sentimentales; creo que me faltaría blog para tal fin.

Es más, voy a aprovechar la ocasión para echar una lanza en favor de mis ex parejas: no se trata de un defecto propio de ellas, sino que es simplemente un reflejo de la sociedad en la que vivimos.

Porque como habréis podido observar, una vez más el ser humano demuestra que somos capaces de tropezar infinitas veces con la misma piedra, mientras el subestimado burro se desternilla en sus adentros. No creo que nadie se atreva en la actualidad a dudar acerca del pasado machista que ha caracterizado generación tras generación nuestro país. Evidentemente no es un “mérito” que podamos atribuirnos en exclusiva, son muchos otros los que han fomentado tan lamentable actitud. Y me gustaría dejar claro el papel que ha jugado en este interesante cambio evolutivo la mujer, víctima y artífice de esta rebelión.

Sin embargo, como siempre suele ocurrir, una actitud realmente admirable y justificada es malentendida por algunos para revertir la situación hasta alcanzar límites insospechados, es decir, lograr defender el extremo opuesto para generar el feminismo, heredera vengativa de los ideales de su malévolo hermano mayor.

El escenario social ha visto en los últimos años un despertar masivo de publicidad populista orientada a este nuevo núcleo social capaz de criticar algo, actuando de la misma forma. Sin duda, una manera bastante peculiar de luchar por mis derechos, pisando los del prójimo. Sí señor.

Pero que nadie se equivoque, un error no justifica otro error, jamás. Un maltrato social hacia la mujer no justifica ni debería ser, en ningún caso, motivo para que sea ahora el hombre quien se sienta maltratado socialmente frente a la mujer. No cabe duda, que este fenómeno es aún minoritario, no sé si por mérito de la sociedad o con motivo de su reciente eclosión y temprana edad. Pero no pienso aceptar aquello de: es que no es lo mismo. No, aun no lo es, pero, ¿realmente estamos dispuestos a esperar que sea igual para quejarnos? Yo no.

Tan discriminante e injusta es la discriminación positiva como la negativa, no olvidemos que el objetivo es la igualdad, el equilibrio.

Me gusta pensar que a través de estas palabras, alguien más se planteará estas cuestiones, alguno compartirá la preocupación con sus allegados, y quien sabe, incluso se evite entre todos una debacle social mayor. Soy consciente de la utopía que acabo de plantear, pero como, desde luego, no voy a cambiar nada es callándome mis opiniones y críticas constructivas, no creen?

viernes, 23 de septiembre de 2011

El poder de una mirada

Dicen que la mirada es el espejo del alma, pues bien, no sé si será tanto, pero desde luego que tiene algo especial capaz de hacernos estremecer, reír, llorar e incluso ligar.

Efectivamente, la mirada es un arma letal en esto del arte del flirteo, no hay nada como una certera mirada capaz de iniciar aquello que denominamos contacto visual. La labia, el atractivo, la estética, la elegancia... son sólo alumnos aventajados de la mirada, la auténtica maestra de ceremonias. Con esto no quiero decir que mi mirada sea temible o increíblemente efectiva, sino que soy cada vez mas vulnerable ante la mirada apropiada.

No hace mucho pude disfrutar, en su máxima expresión, de uno de los mayores espectáculos de la naturaleza. Poder sentir en tus propias carnes como esa milésima de segundo en la que dos haces de luz que preceden a sendas islas volcánicas en un mar de terrizos colores, intersectan con los tuyos tras verse atrapados en la maraña láser que hemos dispuesto a lo largo y ancho del local. Esa eterna milésima de segundo, activa tu organismo permitiendo que cada átomo de tu ser se centre en el instante, logre aislar la música, la luz, los posibles rivales, las demás candidatas, el hedor a humanidad... Todo ello queda relegado a un segundo plano, mientras este diferencial de tiempo se prolonga más allá del esquema espacio-tiempo conocido.

Todo inicio, sin embargo, tiene un fin que no es otro, que la vuelta en sí de la capacidad lógica que caracteriza y encumbra al hombre, el pensar. Una vez más, el cerebro nos juega una mala pasada y nos recuerda que uno de los momentos más felices de la noche puede verse reducido a cenizas, ante la amenaza de tierras movedizas impuesta por la aleatoriedad y el azar. Para ello, esperamos pacientemente los tres segundos de rigor antes de iniciar la segunda acometida, frenamos nuestros instintos más salvajes y no por ello carentes de sensibilidad, para intentar que esta vez el raciocinio juegue de nuestra parte.

[Pequeño inciso en la historia para aumentar la expectación creada en el lector, con el fin de alcanzar el punto anímico perfecto con el que afrontar lo que resta por leer, el cenit, así como dejar transcurrir los famosos tres segundos de que os hablaba.]

Tras, probablemente los tres segundos de inactividad más difíciles en la vida de un hombre, hemos de reconocer que debe ser la única inactividad que no nos genera placer, desactivamos la red láser que tanto nos ha costado tejer para focalizar todos nuestros esfuerzos en la presa, esa delicada y asustadiza belleza que ilumina cada rincón que transita. Este desplazamiento de la vista va acompañado de un innegable ruego al más allá de que el azar esta vez no se haya cebado contigo, que hoy sea tu noche, Júpiter haya decidido citar a Saturno para convocar al resto de astros en sus ferroviarias intenciones. Entonces, en ese preciso instante, alcanzas tu objetivo, ¡sí!, los black eyed pies entonan el estribillo de uno de sus grandes hits: ...tonight is gonna be a good night! Todos los condicionantes parecen animarnos a actuar, es el momento por el que tanto hemos luchado, pero cuidado, ahora cada movimiento es vital, no podemos desperdiciar esta inmensa oportunidad.

Por suerte la naturaleza es sabia, cada poro de tu piel es llamado al frente, años de formación militar cobran sentido, cada ápice de vida recogido en tu cuerpo recibe el mensaje y lo interpreta en positivo, ahora o nunca. Entonces es cuando tus mejillas deciden contraerse pese al calor sofocante que rodea tu burbuja de felicidad, dando paso al mayor espectáculo jamás visto, un ejército completo de temibles guerreros que se cuadran firmes y desafiantes ante su nueva musa, ataviados con sus mejores galas, tiñen de blanco la escena. Ya si que sí. Esto está hecho. Nada puede fallar.

Batman, Spiderman, Hulk... son sólo inocentes y cándidos hombrecillos ante ti, eres el mas grande, el paradigma del éxito, el referente de nuevas generaciones que están por llegar.

Es cuando sus impolutos soldados muestran tímidos y dubitativos sus respetos ante tu temible ejército, cuando sabes que tenias razón. Dos sonrisas enfrentadas, una explosión de ilusiones aderezada con tintes de duda. Dos fuentes infinitas de energía dispuestas a brillar durante años. Tantos fracasos, errores y desencantos por olvidar, parecen desvanecerse en cuestión de segundos.

Todo esto no puede quedar entre ella y tú, imposible, esperas su parpadeo con ansia, para ver asombrado el deslumbrante atardecer de su mirada, ese sonrojo posterior que ornamenta la caída de su mirada hacia el mismísimo centro de la tierra. Ahora, ahora es cuando aprovechamos para girarnos hacia nuestro compañero de caza, ese amigo astuto y rapaz concentrado en cada expresión de debilidad que le facilite su entorno.

-         Kiyo, acabo de encontrar a la mía, por fin. Te vas a enterar el pivón que me acaba de sonreír.
-         Vamos allá, dale caña.- son sus elocuentes y trabajadas palabras. Cuanta sabiduría!

Conscientes de su acierto, nos disponemos a recorrer el camino de la gloria, tres metros escasos que nos separan del cielo. Tres pasos que pueden forjar una leyenda. Eso sí, cada músculo debe estar perfectamente coordinado para evitar cualquier tipo de tropiezo o tambaleo, síntomas ineludibles de un fracaso total.

Nada falla, camino cual galán hollywoodiense sobre la alfombra roja, cual delfín surcando las mareas, cual perezoso huyendo de una temible pantera, lento pero firme, sereno. Hasta alcanzar finalmente mi objetivo, un par de codazos y pisotones más tarde.

Aquí estoy, frente a una de las mujeres más bellas que jamás haya conocido, frente al diálogo que justificará y dará sentido a tantos años de escuela, clases somníferas de lengua y literatura. Vamos allá:

- HOLA! - ¿Hola? ¿en serio, tanto tiempo de búsqueda, de preparación, para un mísero hola? ¿pero qué clase de sistema educativo tenemos en este país?

- Hola! - Nos devuelve nuestra musa, frenando todo retazo de negatividad que pudiera haber surgido.

-   ¿Cómo estás, guapa? – grandioso, ya conscientes de que Júpiter ha vuelto al tren.

- ¿Perdona?

-   ¿Que cómo estás, guapa? – Se vislumbra un giro radical. Tu tono da muestras inequívocas de tal temor.

Su silencio y cara de desprecio sólo son superadas por el torrente de ideas contradictorias que recorren nuestra mente, un cúmulo de recuerdos que nos trasladan a tantas otras batallas. No puede ser. No me lo creo. No puedo tener tan mala suerte, debe ser una broma...

Pero gracias a Dios la naturaleza es sabia, y conoce la mejor manera de hacerte olvidar tan absurdos pensamientos. Una tercera mirada entra en escena, esa donde la isla volcánica se encuentra en plena ebullición, rodeada de lava y fuego, para interrumpir tus divagaciones y acudir al rescate de su inocente amada. Un simpático y distinguido caballero dispuesto a compartir contigo años de duro entrenamiento físico y tardes de gimnasio. Vaya fortuna la mía! No podía ser el Gandhi moderno, no. Más bien me toca a mi erigirme en héroe pacifista, al presentar voluntaria forzosa mi otra mejilla. Un aluvión de golpes invade mi estado previo de felicidad y dudas, ese cosquilleo juguetón pasa a convertirse en un grupo de percherones al galope. Una pesadilla hecha realidad, un severo castigo ante tanta amabilidad. Es ahí cuando tu fiel escudero regresa tras la paliza de su particular y sospechosa ausencia, para levantarte del suelo y arrastrarte hacia el exterior del campo de batalla.

Es entonces, en la seguridad del exterior, apoyado junto a la servicial puerta de tu coche, cuando descubres en uno de sus accesorios, la mayor de las paradojas que esconde esta vida. Tu mirada, aquella valiente y descerebrada que osó adentrarse en territorio enemigo sin protección alguna, se encuentra convenientemente oculta tras la sangre que se acumula en el interior de tu cara y que se desprende impasible sobre lo que queda de tu rostro.

Para que luego digan que la naturaleza no es sabia.