jueves, 21 de junio de 2012

La Realidad Aumentada


No sé si os habéis sentido perdidos como turistas alguna vez, imagino que sí. Es una sensación que puede ser agradable por el hecho de no poder prever que se descubrirá a continuación o frustrante, por no poder saber como llegar al destino o sentir que se está perdiendo el tiempo, en un rodeo innecesario, o el dinero, al acudir a un negocio caro y de escasa calidad que los lugareños obvian a favor de otros.

En esa situación, lo normal es envidiar el conocimiento del lugar que tienen los lugareños. Antes de que existiese el GPS siempre que estaba fuera de mi entorno envidiaba la capacidad que los locales tendrían para diseñar una ruta en su cabeza o, incluso, rememorar rápidamente los mejores sitios para una buena cena.

Ahora con los GPS y el acceso a internet omnipresente, cada vez sentimos menos eso, pues tenemos toda la información a nuestra disposición siempre, e incluso empieza a ser posible el filtrarla en función de lo que nos rodea. Pero aun no hemos llegado al punto de superponer esa información de forma permanente sobre nuestra percepción del mundo.

El problema es que ya se empieza a hablar de forma seria de dispositivos capaces de superponer sobre la imagen real, una capa de información actualizada. Parece una simple pijada geek, pero no lo es.

Os habéis parado a pensar en lo que ello puede suponer para la nueva generación que está naciendo ahora. Los más jóvenes apenas nos estamos adaptando a la multitarea. No nos resulta raro estar andando por la calle escuchando música y contestando correos o consultando las noticias consideradas relevantes por los amigos en Twitter. Estamos permanentemente localizados, comunicados e informados y muchas veces echamos de menos perdernos, desconectar.

Pero es algo reciente, nuestro aprendizaje no estuvo condicionado por tales avances. Se basó en la adquisición de conocimiento a base de memorizar los datos. Nosotros ambicionábamos tener una colección de música, conocimientos y películas o conocer mejor que nadie nuestra ciudad. Ahora nos adaptamos, pero no es nuestro medio natural y conocemos una alternativa.

Pero, ¿nos hemos parado a pensar los cambios que puede generar en la humanidad este salto tecnológico?

Ahora la nueva generación no conocerá ni valorará el memorizar la información, ¿para qué molestarse en memorizar algo que está siempre a su alcance?
La nueva generación no querrá coleccionar el arte y la cultura, pues estará siempre a su disposición en internet.
Pero además, la nueva generación, probablemente no piense o decida de la forma que lo hacemos nosotros. Ni sabrá que la felicidad a veces está en aislarse o desconectar. Sencillamente desconocerán esos conceptos.

Son una generación que podrá consultar información actualizada y clasificarla a través de la tecnología en cualquier momento, de hecho, lo harán a todas horas. Desarrollarán la capacidad de filtrar información rápido, mejorarán la capacidad de análisis y decisión, pero por el camino tendrán una dependencia total y absoluta de la información almacenada en fuentes externas (algo muy peligroso).

Interactuarán con la tecnología de forma innata y constante, pero de forma indirecta con su entorno. Tendrán relación constante con personas por afinidad ideológica o de gustos, no por cercanía, y de una forma sesgada y controlada, lo que les llevará a perder una habilidad social que no aprendieron y que nadie les recordará (la anterior generación nos relacionaremos en modos y por canales distintos).

Será una generación que además será, forzosamente, autodidacta o más bien autónoma, pero no para aprender a hacer cosas, sino a resolver problemas puntuales o a tomar decisiones.
¿Para qué saber sumar si puedes preguntarlo y obtener una respuesta inmediata?
¿Para qué conocer la ciudad si puedes ver constantemente lo que te rodea clasificado y buscar lo que necesitas, que te digan donde lo venden y además como llegar?
¿Para qué observar los indicativos naturales de un cambio del tiempo si puedes conocer de forma inmediata la previsión para los próximos quince días?
¿Para qué perder el tiempo en aprender a hacer cualquier cosa y mecanizarlo, si el video o tutorial siempre estará ahí?
¿Por qué pararme a reflexionar si no sé lo que es el aburrimiento o la inactividad intelectual?

Todo esto me lleva a una generación con menos recursos y, sobre todo, más manipulable. Si les quitas la conexión o consigues filtrar la información, les habrás cegado. No habrá intercambio de información por el boca a boca. No habrá un fondo de conocimiento básico, de cultura general que permita saber si te están engañando o incluso realizar tareas básicas como desplazarse en su entorno habitual.
Por no haber, no habrá ni asentamiento de las experiencias ni memoria, porque no habrán entrenado esa memoria y todo será cambiante.

En un mundo donde todo el que mire hacia la sede de tu negocio, sepa de la opinión de los demás clientes y tus precios comparados con el resto, la buena o mala reputación cambiará por horas y nadie querrá recordar lo que fue hace meses o años, sólo como lo estás haciendo en los últimos días u horas. En un mundo donde todo queda registrado en fotos y vídeos, para qué pararte a memorizar o rememorar.

Una desconexión será para esa generación como para nosotros ir descalzos o quedarnos sin nuestro vehículo y ese es un cambio muy grande como para no reflexionar sobre si queremos darlo. Es un paso que además, será sin retorno. Habremos creado una nueva necesidad para la nueva generación: aire, comida, casa y conexión de datos constante, ubicua y permanente.

La tecnología está bien, aporta mil ventajas, pero si permitimos que monopolice el aprendizaje y experiencias vitales de la nueva generación, quizás estemos haciendo un uso inadecuado que pueda llevarnos a resultados perversos.