lunes, 16 de julio de 2012

Hartazgo vs Admiración


Cansado de algunos inútiles y asombrado de la magnificencia de otros muchos.

Hoy he pasado de un sentimiento de hartazgo a otro de admiración y vergüenza torera leyendo las noticias.

Hartazgo por ver como hay personas que compraron una vivienda normal, sin lujos ni excesos, asumiendo para ello hipotecas razonables, van a ser desalojados por haber ido al paro por falta de actividad empresarial. No todo son derrochadores y especuladores. No es justo juzgar a todos con el mismo rasero.

Hartazgo por ver como el poder económico está imponiendo lentamente su ley a todos y cada uno de los países, en lo que está siendo un golpe de estado silencioso y por todos tolerado. A cambio de ayudas para los bancos españoles, a quienes ya pagamos nuestras deudas todos los meses, tenemos los españoles que ceder la soberanía en asuntos tan vitales como la gestión tributaria y económica del país. Eso, en palabras llanas, es todo menos decidir como se fomenta la cultura y como se castiga un delito ajeno a bienes patrimoniales. Prefiero que desaparezcan los bancos a que sea una troika, mandatarios de los “mercados”, los que decidan en lugar de nuestros legítimos representantes (aunque inútiles), que hacer y como hacerlo.

Hartazgo por ver como el Estado no hace sino empeorar la situación, derrochando en épocas boyantes y despidiendo y recortando en épocas malas, gobernado por cabezas huecas (y en muchos casos presuntos corruptos), que lo único que saben es arrimarse al árbol que más sombra da,.

El estado, en una economía de mercado, debe estar en segundo plano y actuar como una amortiguador que corrige los fallos de esas leyes de mercado. Debe ahorrar en épocas de bonanza, velar porque eso no lleve a creación de burbujas y corregir de inmediato cualquier ralentización de la economía, por pinchazo de una burbuja. Debe suplir la inversión privada cuando ésta no se da y reservar recursos cuando la iniciativa privada hace innecesaria su intervención.

Hartazgo por ver como ahora los políticos quieren apuntarse un tanto cuando piden la comparecencia en el Congreso de los directivos de las entidades financieras quebradas, algo que en realidad se hace para salvar la cara, tras una lógica reivindicación pública y cuando la justicia ya ha aperturado diligencias previas para investigar lo ocurrido.

Pero todo no es hartazgo, hoy también he sentido admiración por ver que hay gente que es capaz de salir a la calle a apoyar las reivindicaciones de los mineros aunque no hayan visto una mina en su vida, ni sepan de su dureza. No sé si la mina es una industria a salvar, pero sí que si cambiamos el modelo productivo se ha de prever políticas para evitar que los trabajadores del sector sufran las consecuencias.

He sentido admiración por los integrantes del movimiento 15M que han conseguido reunir dinero para presentar una querella contra los directivos de las entidades financieras que nos han llevado a la ruina colectiva. Algo que además de admiración me hace sentir vergüenza torera por no hacer lo que también, y especialmente en mi caso, pude hacer.

He sentido admiración por esas personas que siguiendo un concepto moral y ético de la justicia han evitado que una madre con dos hijos se quede en la calle al no poder pagar una hipoteca para adquisición de una vivienda necesaria y para nada suntuosa.

Las normas existen y se deben respetar, pero su aplicación ha de ser desde la consideración de todos los factores y hechos, no parcial, y es un principio básico de cualquier cuerpo normativo el que no se puede proteger el beneficio que surge de la negligencia o culpa del responsable. En derecho se dice que el que ha actuado negligentemente (con culpa) no puede obtener beneficio de su propia culpa o negligencia. Todos estamos de acuerdo en que un maltratador no debe recibir pensión de viudedad si mata a su esposa. Pues igualmente un banco, miembro del sector financiero, cuyos excesos han provocado esta crisis y el paro de sus clientes, no debería poder adjudicarse el inmueble adquirido con el dinero prestado por el 60% de su tasación (conservando el derecho a reclamar el resto frente a otros bienes del deudor o sus avalistas), cuando el deudor no paga porque no tiene trabajo ni ingresos para reintegrar el préstamo. Otra cosa sería que el deudor no pagase el préstamo por mala fe o causa ajena a la crisis, o porque hubiese sido concedido para una vivienda suntuosa o por encima de las posibilidades económicas del deudor.

He sentido admiración por los jueces-magistrado que así lo han expresado en varias sentencias, estimando que la deuda quedaba saldada con la adjudicación del inmueble, por entender que lo contrario, pese a ser ajustado al literal de la norma, sería injusto por ir contra el principio precitado de no permitir el beneficio del culpable.

He sentido admiración por esa madre soltera que iba a ser desahuciada, que aun en esa situación límite, oportunamente solventada con la concesión de un piso de protección (alquiler de 70.-Euros/mes) y el aplazamiento de su lanzamiento, ha sabido ver y destacar que el problema no es la vivienda en este país (viviendas hay más que personas necesitadas de ellas), sino la falta de empleo. Como bien señala, da igual lo barato que sea el alquiler si no encuentra trabajo para poder pagarlo.

¿Cómo es posible que una madre soltera sin asesores ni información privilegiada vea las cosas más claras que todos los cerebritos que tenemos por representantes en las cámaras? Aquí sólo se habla de inyectar liquidez, de salvar a la banca y de recortar puestos y costes. La administración parece que va a recortar en personal y pagas extra. Los bancos intervenidos deberán recortar personal y cerrar sucursales. Y el IVA, impuesto indiscriminado e injusto como el que más, parece que subirá una vez más.

En una sociedad con un paro insostenible, ¿cómo puede ser considerado una solución elevar el número de personas sin ingresos, reducir el poder adquisitivo de los que trabajan y encima encarecer todo al subir el IVA? Hasta un niño entiende que echar gasolina a un fuego no es apagarlo.

Hasta un niño entiende que las empresas necesitan vender para subsistir y que sin poder adquisitivo o ingresos nadie consume.

Hasta un niño entiende que si no hay beneficio, no se pueden pagar deudas y que dar dinero a una entidad quebrada y sin actividad, es tirar el dinero. Da igual cuales sean las condiciones del préstamo porque no podrá reintegrarlo pues nada produce.

La economía de libre mercado es un circulo vicioso, que tiende a retroalimentarse en un sentido positivo o negativo hasta el extremo. Es papel del estado el controlar que se retroalimente en sentido positivo pero sin llegar al extremo de agotarse.

Ahora lo que está haciendo es animarlo para que se retroalimente negativamente hasta que no quede nada.

Menos mal que aun hay gente, mucha, con conciencia y con los arrestos de pelear por lo que es suyo y por que no le tomen el pelo con su aquiescencia.

Y por último, siento orgullo de poder ver que incluso en un cabreo monumental y una situación terrible, la gente me ha dado motivos para sentir admiración más veces que hartazgo.

lunes, 2 de julio de 2012

Un fin carente de principios


En pleno momento de crisis, quiero pensar que son muchos quienes recapacitan acerca de los posibles errores cometidos o las mejoras que se podrían acometer. Por mi parte, prefiero analizar los por qué de una situación sin precedentes.

Sin duda, no soy el más indicado para arreglar el desajuste en el que nos encontramos, dado que no dispongo de toda la información para ello, entre otras cosas. Sin embargo, me considero capaz de analizar mi contexto, y sobre eso, elaborar mis propias conclusiones.

Este proceso de meditación surge ante la pregunta: ¿Cómo definirías esta época, este periodo de tiempo, en pocas palabras?

A priori, la mayoría de nosotros recurriría a expresiones como la era de la tecnología, de la comunicación, de la globalización, de la democracia o del capitalismo. Pero me van a permitir que resuma todos ellos en uno. Prefiero definir este periodo como “un fin carente de principios”.

Si analizamos cada uno de los referentes sociales que podrían caracterizar estos días, nos encontramos con un denominador común en todos ellos: la ausencia total de principios, la pérdida de referentes, el abandono de los objetivos iniciales desvirtuados ante la avaricia humana.

Cuando hablamos de tecnología, no cabe duda que es uno de los sectores que ha sufrido mayor evolución en los últimos años, hasta el punto de convertirse en un modelador de conductas. La sociedad ha cambiado, como consecuencia de una herramienta tan potente como omnipresente. Vehículos, ordenadores, televisiones, móviles, internet... un sin fin de avances que surgieron como herramienta de apoyo al ser humano. Un modo innovador de contribuir a la eficiencia de nuestro sistema. Una ayuda para nuestros trabajadores, destinada a aumentar su producción a la vez que reducir su esfuerzo físico. Hasta aquí, nada que objetar.

Lo preocupante radica, como ya se comentó anteriormente en este blog, en que este principio generador de la idea, ha sido ninguneado públicamente, para convertir la tecnología en el máximo exponente de un capitalismo agresivo y despiadado. La tecnología, cada vez más, se convierte en un sustituto del ser humano. Un ente propio que nos insta a modificar nuestros hábitos para adaptarnos al ritmo endiablado en que se renueva el sector. Una herramienta capaz de restar validez a su creador, alejándolo de la ecuación y minando hasta sus virtudes más innatas. No son pocos los que denuncian un riesgo evidente en la falta de interacción social real entre los más jóvenes. Seres capaces de suplantar identidades antes que afrontar la suya propia. Es decir, un fracaso evidente del objetivo inicial.

En el caso de la comunicación, no hay duda de que las nuevas tecnologías y el poder de internet y las redes sociales se han convertido en el mejor vehículo de cara a mantener el contacto con aquellos que se encuentran más lejos. Una oportunidad de expandir nuestras necesidades más sociales y humanas, que ha derivado en una dependencia alarmante de los dispositivos para interactuar con nuestros iguales, divisando atrocidades como reuniones en las cuales los comensales de una mesa se comunican con interlocutores a kilómetros de distancia, mientras ignoran a quienes tienen delante. Conversaciones vía email entre personas en la misma habitación. Sin duda, un nuevo fracaso del objetivo original.

Si intentásemos analizar la democracia, descubriríamos una red infinita de representantes de la población, que lejos de ejercer su labor, se encuentran cuestionados por un pueblo que no se ve reflejado en ellos, ni se preocupa por ejercer su derecho en un juego del que hace años se fue desencantado.

La globalización, diseñada para difundir la diversidad universalmente, ha sido sustituida por un monopolio cultural donde los pequeños detalles se ven menospreciados ante la suculenta y todopoderosa tendencia global. Un saqueo colosal de las principales riquezas de este mundo.

El capitalismo, lejos de fomentar la libertad del ciudadano para acceder a aquello que considere necesario, se ha erigido en fiero defensor de una globalización mal entendida, estableciendo una dictadura de la moda, donde la sociedad se ve condicionada a consumir productos tan innecesarios como efímeros. Una obsolescencia programada que nos insta a invertir nuestro tiempo en generar el dinero necesario para continuar consumiendo necedades, mientras lo realmente importante se ve relegado a un segundo plano.

En esta línea podríamos seguir analizando aspectos de nuestra vida cotidiana, hasta convencernos de que este aparente final, no responde sino a una evidente ausencia de principios.

Nuestros pequeños nacen en un mundo abierto y adulto en el que no es fácil distinguir lo bueno de lo malo, donde la falta de contacto social, convierte en referentes vitales a seres tan lejanos como irreales. La figura paterna, seguida del profesor, se convierten en muestras obsoletas de un tiempo mejor.

Los medios de comunicación se empeñan en vender una imagen muy seductora, donde los oportunistas se convierten en líderes nacionales y los líderes nacionales en oportunistas, bajo la impasible mirada del resto.

El héroe ha pasado de ser el miembro más útil y válido de la manada, para vestirse de sinvergüenza espabilado y pícaro.

No podemos permitir que el sistema se rinda ante los inútiles, ya que esa dinámica sólo puede ir a peor. ¿O creen realmente que el inútil, no por ello menos listo, va a permitir que sus sucesores sean lo suficientemente válidos como para desprestigiarle y alejarlo de su reinado? Prefiero no ser tan iluso, y lejos de observar la realidad desde un perspectiva de negatividad, analizar los hechos con un pragmatismo meramente animal, para poder, a posteriori, actuar con la inteligencia que se le supone a los de mi clase.

No podemos permitir que todo lo conseguido en estos años, se vea enturbiado por la manipulación de unos pocos que se han empeñado en desviar nuestros caminos del sendero de la coherencia. Debemos recuperar el por qué de las cosas. Centrarnos en el motivo de su creación, el problema, para recuperar el objetivo ansiado, su solución.



jueves, 21 de junio de 2012

La Realidad Aumentada


No sé si os habéis sentido perdidos como turistas alguna vez, imagino que sí. Es una sensación que puede ser agradable por el hecho de no poder prever que se descubrirá a continuación o frustrante, por no poder saber como llegar al destino o sentir que se está perdiendo el tiempo, en un rodeo innecesario, o el dinero, al acudir a un negocio caro y de escasa calidad que los lugareños obvian a favor de otros.

En esa situación, lo normal es envidiar el conocimiento del lugar que tienen los lugareños. Antes de que existiese el GPS siempre que estaba fuera de mi entorno envidiaba la capacidad que los locales tendrían para diseñar una ruta en su cabeza o, incluso, rememorar rápidamente los mejores sitios para una buena cena.

Ahora con los GPS y el acceso a internet omnipresente, cada vez sentimos menos eso, pues tenemos toda la información a nuestra disposición siempre, e incluso empieza a ser posible el filtrarla en función de lo que nos rodea. Pero aun no hemos llegado al punto de superponer esa información de forma permanente sobre nuestra percepción del mundo.

El problema es que ya se empieza a hablar de forma seria de dispositivos capaces de superponer sobre la imagen real, una capa de información actualizada. Parece una simple pijada geek, pero no lo es.

Os habéis parado a pensar en lo que ello puede suponer para la nueva generación que está naciendo ahora. Los más jóvenes apenas nos estamos adaptando a la multitarea. No nos resulta raro estar andando por la calle escuchando música y contestando correos o consultando las noticias consideradas relevantes por los amigos en Twitter. Estamos permanentemente localizados, comunicados e informados y muchas veces echamos de menos perdernos, desconectar.

Pero es algo reciente, nuestro aprendizaje no estuvo condicionado por tales avances. Se basó en la adquisición de conocimiento a base de memorizar los datos. Nosotros ambicionábamos tener una colección de música, conocimientos y películas o conocer mejor que nadie nuestra ciudad. Ahora nos adaptamos, pero no es nuestro medio natural y conocemos una alternativa.

Pero, ¿nos hemos parado a pensar los cambios que puede generar en la humanidad este salto tecnológico?

Ahora la nueva generación no conocerá ni valorará el memorizar la información, ¿para qué molestarse en memorizar algo que está siempre a su alcance?
La nueva generación no querrá coleccionar el arte y la cultura, pues estará siempre a su disposición en internet.
Pero además, la nueva generación, probablemente no piense o decida de la forma que lo hacemos nosotros. Ni sabrá que la felicidad a veces está en aislarse o desconectar. Sencillamente desconocerán esos conceptos.

Son una generación que podrá consultar información actualizada y clasificarla a través de la tecnología en cualquier momento, de hecho, lo harán a todas horas. Desarrollarán la capacidad de filtrar información rápido, mejorarán la capacidad de análisis y decisión, pero por el camino tendrán una dependencia total y absoluta de la información almacenada en fuentes externas (algo muy peligroso).

Interactuarán con la tecnología de forma innata y constante, pero de forma indirecta con su entorno. Tendrán relación constante con personas por afinidad ideológica o de gustos, no por cercanía, y de una forma sesgada y controlada, lo que les llevará a perder una habilidad social que no aprendieron y que nadie les recordará (la anterior generación nos relacionaremos en modos y por canales distintos).

Será una generación que además será, forzosamente, autodidacta o más bien autónoma, pero no para aprender a hacer cosas, sino a resolver problemas puntuales o a tomar decisiones.
¿Para qué saber sumar si puedes preguntarlo y obtener una respuesta inmediata?
¿Para qué conocer la ciudad si puedes ver constantemente lo que te rodea clasificado y buscar lo que necesitas, que te digan donde lo venden y además como llegar?
¿Para qué observar los indicativos naturales de un cambio del tiempo si puedes conocer de forma inmediata la previsión para los próximos quince días?
¿Para qué perder el tiempo en aprender a hacer cualquier cosa y mecanizarlo, si el video o tutorial siempre estará ahí?
¿Por qué pararme a reflexionar si no sé lo que es el aburrimiento o la inactividad intelectual?

Todo esto me lleva a una generación con menos recursos y, sobre todo, más manipulable. Si les quitas la conexión o consigues filtrar la información, les habrás cegado. No habrá intercambio de información por el boca a boca. No habrá un fondo de conocimiento básico, de cultura general que permita saber si te están engañando o incluso realizar tareas básicas como desplazarse en su entorno habitual.
Por no haber, no habrá ni asentamiento de las experiencias ni memoria, porque no habrán entrenado esa memoria y todo será cambiante.

En un mundo donde todo el que mire hacia la sede de tu negocio, sepa de la opinión de los demás clientes y tus precios comparados con el resto, la buena o mala reputación cambiará por horas y nadie querrá recordar lo que fue hace meses o años, sólo como lo estás haciendo en los últimos días u horas. En un mundo donde todo queda registrado en fotos y vídeos, para qué pararte a memorizar o rememorar.

Una desconexión será para esa generación como para nosotros ir descalzos o quedarnos sin nuestro vehículo y ese es un cambio muy grande como para no reflexionar sobre si queremos darlo. Es un paso que además, será sin retorno. Habremos creado una nueva necesidad para la nueva generación: aire, comida, casa y conexión de datos constante, ubicua y permanente.

La tecnología está bien, aporta mil ventajas, pero si permitimos que monopolice el aprendizaje y experiencias vitales de la nueva generación, quizás estemos haciendo un uso inadecuado que pueda llevarnos a resultados perversos.

martes, 27 de marzo de 2012

El miedo como medio de manipulación


De un tiempo para acá, el empleo del miedo como medio de manipulación es indiscriminado y para nada discreto. Desde una famosa marca de neumáticos que alude a que si no montas sus neumáticos sufrirás un accidente con tu hijo en el coche (ahí, atacando al instinto paternal sin remilgos), pasando por una empresa de alarmas que directamente te insinúa la posibilidad de que unos desalmados entren en tu casa a matar a tu familia, y hasta los políticos, que en lugar de vender utopías como antaño, se promocionan a base de anunciar el mal que te hará el otro si gana.

Hemos adoptado y aceptado una actitud cobarde y negativa. Ya no se trata de venderte que el neumático es mejor porque tiene un mayor nivel de adherencia respecto a la competencia, hecho que debería decantar la adquisición a igualdad de precio. Se trata de "acojonarte" para decirte que si no montas ese neumático, puedes sufrir un accidente, para que por miedo y para calmar una preocupación inducida, compres esos neumáticos. Está bien llevar lo mejor y cuidar de tu automóvil, pero por sana responsabilidad, no por miedo.

Ya tampoco se trata de que un político te diga como solucionaría los problemas que hay, y muchos, sino de meterte miedo respecto de la opción contraria. No te empujan a votar por líneas de actuación frente a los problemas sino a evitar el mal del contrario.

Es una manipulación constante, en todos los aspectos de tu vida, que llega a producir tal miedo a cosas cuyo nivel de incidencia es mínimo, que se llega incluso a justificar:

- llevar a tu hijo atado por la muñeca al súper  para que no te lo quiten (lo he visto en Inglaterra).

- que haya un control permanente de la circulación, con fines claramente recaudatorios, por miedo a esos supuestos suicidas que conducen a más de 120 km/h en carreteras de cuatro carriles (no sé si se matará menos gente prudente que antes, pero su miedo ha llevado a que media España ande pidiendo puntos del carné prestados y pagando multas bien cuantiosas).

- que se puedan cerrar páginas de Internet sin procedimiento judicial o llevado al extremo. El miedo ha llevado a que la mayoría de la gente apruebe el que se vaya a controlar Internet, e incluso que nos conviertan en policías forzosos, como acaba de ocurrir en Francia, donde de la Ley Hadopi (Ley Sinde-Wert aquí) van a pasar a otra norma más dura que ya no sólo criminaliza a quien sube contenidos infringiendo derechos de autor o con fines criminales o ilegales, sino que también van a perseguir a quien acceda a esos contenidos. Ya sabe: “tenga cuidado con lo que lee”. En España no se ha planteado nada del estilo aún, pero viendo nuestro historial de plagios de normas restrictivas y desmesuradas…

- Y por último y más grave. El miedo nos ha llevado a aceptar la violación de derechos humanos o incluso una ¡guerra preventiva!

¿Os imagináis que al ir por la calle cualquiera se sintiese legitimado para pegar un tiro al transeúnte que le diese la sensación de que le va a atracar o a matar? Pues los estadounidenses y en general todos los países occidentales hemos llegado a aceptar esa “justicia” o “norma de conducta” cuando nos hemos metido en Irak o Afganistan a dar bombazos, causando miles de muertos.

Todos esos sinsentidos no se podrían hacer en contra de la opinión mayoritaria, pero el problema es que hay un sector que cree que en Irak había armas para enviar a cualquier parte del mundo a matar miles de personas o que en Internet sólo hay cosas malas, que sólo sirve para pervertir a sus hijos, sin darse cuenta de que es la mayor ventana a la información y a la cultura que jamás ha existido.

La única esperanza que tengo es que de tanto que abusan del miedo, el resultado se vuelva contra los manipuladores. Por poner un ejemplo, en Andalucía en las últimas elecciones parecía que el miedo a más ERE’s y demás corruptelas empujaría el voto al PP y que el miedo a los recortes se lo quitaría. Al final se han quedado prácticamente como estaban ambos partidos, pues las campañas de miedo que ambos han desarrollado sin ningún tipo de tapujo ha llevado a la abstención o el voto a la izquierda pura de izquierda unida.

Sí, sé que de boquilla todos dirán que la gente no vota y la participación disminuye por irresponsabilidad y apatía, pero en el fondo saben como yo, que hay mucha gente, sobre todo joven, que no quiere votar por miedo y tener que elegir al menos malo. Gente que quiere optar y decidir por la mejor opción, desde un punto de vista positivo y con miradas en el largo plazo. A la juventud no se le mete miedo con la derecha o la izquierda, pues son conceptos vacíos para nosotros que no vivimos la guerra civil o la mundial.

Somos una generación que se aproximó a Internet con objetividad, sin prejuicios y descubrió un arma para grandes cosas y somos una generación que, espero, está cansada de que la intenten manipular con el miedo.

domingo, 4 de marzo de 2012

Falsa solidaridad


Últimamente se habla mucho de que los bancos van a acordar un código de buenas conductas con el Gobierno para que en caso de familias en riesgo de exclusión se acepte la dación en pago como forma de abonar y cancelar la deuda por la hipoteca.

Cuando un jurista escucha eso, no puede más que dejar escapar una sonrisa maliciosa, por no llorar, puesto que a uno le tomen por tonto no es plato de buen gusto, nunca. Yo no me creo que los bancos son buenos o que el Gobierno de repente ha mordido la mano que le da de comer.

Me explico:

- Lo primero por lo que a uno se le tuerce el gesto es por lo de “Código de buena conducta”. Ese eufemismo no significa norma vinculante, sino conducta recomendable, el comportamiento ideal pero no obligatorio. ¡Como si la banca tuviera algún tipo de código ético más allá del máximo beneficio!

La banca está permanentemente torciendo determinadas normas legales (tipo suelo, contratos SWAP, etc…), incluido las que le son de exclusiva aplicación (normas de Basilea), lo que les ha llevado a situaciones de auténtica insolvencia, y ahora quieren que nos creamos que van a respetar un código de buenas conductas… Si el banco lo respeta será por su propio interés, que no lo dude nadie.

- Pero es que además, a uno se le tuerce el gesto cuando escucha que se aplicará en los casos de “familias en riesgo de exclusión”, primero porque es un término indeterminado y vago que puede ser sujeto a muy diferentes interpretaciones, lo que genera inseguridad jurídica y segundo y más importante, porque es un eufemismo de “total y absoluta insolvencia, actual y futura”, lo que de hecho hace más ventajoso para el banco la dación en pago que una ejecución judicial hipotecaria.

Se supone que una familia en riesgo de exclusión social es una familia cuyo único patrimonio está constituido por el inmueble hipotecado y donde ningún miembro de la familia tiene trabajo o ingresos económicos. En esa situación es evidente que el banco de acudir a un procedimiento judicial, sólo va a conseguir cobrar a través de la adjudicación del piso. No hay dinero para embargar y probablemente nadie acudirá a una subasta para adjudicarse un piso por un valor mínimo elevado (la norma establece un valor mínimo y además hay que hacer un depósito del 20% de la valoración para acudir a la subasta).

Así las cosas, si al final el banco se va a adjudicar el inmueble, por el valor o importe mínimo establecido por la ley (60% valor de tasación) para supuestos de subastas desiertas y nada más, ¿para qué acudir al Juzgado, pagando abogado y procurador, cuando puedo quedármelo de forma mucho más rápida y barata a través de una dación de pago? ¿Para que gastar en costas judiciales y soportar retraso si tengo claro que el diferencial no lo voy a cobrar?

Que no nos engañen, los bancos ya están aceptando daciones de pago en situaciones tan extremas como las planteadas por el Gobierno. Una familia sin ningún ingreso económico o trabajo, va a entrar normalmente en una situación muy desgraciada y que no debería existir en un país como el nuestro, que le va a impedir en la mayoría de los casos y por mucho tiempo, llegar a tener ingresos o un patrimonio como para reintegrar la parte del préstamo no cubierto por el inmueble hipotecado.

Si al final el banco hace números con base en las estadísticas, a nivel global le sale más barato adjudicarse mediante dación de pago los inmuebles de esas familias insolventes, que iniciar una ejecución hipotecaria durante años, tener que abonar todos los créditos preferentes a su hipoteca y una vez que se lo adjudique y hasta que encuentre un comprador, abonar IBI, comunidad, etc… Por no hablar de que en la dación de pago el propietario deudor se marcha voluntariamente y así el banco evita las imágenes en televisión de desahucios que socavan su imagen corporativa.

Y que conste que no digo, ni diré, que todos los deudores hipotecarios morosos son unos santos y que la culpa es exclusivamente de los bancos, pues de todos es sabido que ha habido mucha gente que en las vacas gordas se ha lanzado sin mirar si había agua en la piscina, viviendo muy por encima de sus posibilidades. Gente que ahora intenta culpar a otro. Cada caso es muy específico y no se puede generalizar. No entro en quien es más culpable, no entro en la relación entre cliente y banco. Lo que digo es que no puedo creerme que los bancos, de golpe, se van a regir por normas éticas comunes al resto de los mortales. Los bancos se rigen y regirán por la búsqueda del máximo beneficio, algo legítimo mientras no se abuse de la posición o se usen medios ilegítimos.

Lo cierto es que el banco presta el dinero con la finalidad de ganar un buen dinero, tanto por comisiones de apertura o estudio, como por los cuantiosos intereses que ha percibido durante la vigencia del préstamo. Y es el banco el que con ese ánimo de lucro acepta un riesgo y determina el valor a efectos de subasta del inmueble, desde que se firma la escritura pública de la hipoteca. ¿Por qué luego no acepta el riesgo asumido y se da por satisfecho siempre con la entrega de un inmueble que valoró unilateralmente por valor superior al dinero prestado?

Pero es más, si las tasaciones estaban hinchadas, ¿por qué no les piden cuentas a las entidades tasadoras? Entidades que, además, imponían los bancos al consumidor. La empresa tasadora la elegía el propio banco, no el cliente.

¿Cuantos habremos escuchado la conversación típica del banco con el perito tasador por teléfono? “Mira, soy Perenganito del banco, que estoy con el cliente interesado en comprar la casa que estás tasando; que el cliente va a pedir prestado xxxxx.-Euros, luego para que la central me apruebe la operación la tasación ha de ser de al menos xxxxxx.-Euros.”

Eso ha ocurrido, todos lo sabíamos y todos lo hemos aceptado. Ahí en realidad lo que el banco hacía, bajo la apariencia frente al cliente de que engañaban a la “entidad”, era torcer las normas que rigen el riesgo máximo que la entidad puede asumir al prestar un capital con garantía hipotecaria (supuestamente el 80% del valor del inmueble y con una cuota de amortización e intereses que no exceda el 30% de los ingresos fijos de la familia o cliente). Las tasadoras entraron en el juego e inflaron de forma descarada las tasaciones, básicamente porque cobran en base al valor del inmueble tasado… Pero ahora nadie les pide que asuman su parte de responsabilidad.

Los bancos han tenido beneficios brutales durante los años de vacas gordas, en base a la asunción de un riesgo que ahora no les obligamos a asumir. Se les han entregado cantidades desorbitadas de dinero a fondo perdido, en avales estatales y por préstamos a intereses ridículos (del BCE) para que vuelvan a prestar a los consumidores. La realidad es que sólo hemos tirado el dinero en un hoyo. No hemos cambiado nada esencial, ni hemos pedido cuentas a los responsables, así que nada cambiará, no hay crédito para los ciudadanos y empresarios y el dinero que les hemos prestado no servirá más que para tapar boquetes y engrosar los bonus de los directivos.

domingo, 26 de febrero de 2012

El cine, ser o no ser


No hace mucho pudimos disfrutar de la gala de los Goya, último encuentro del gremio de cineastas, y ahora estamos en vísperas de los Oscars.

En aquel caso se trataba de premiar y reconocer las principales obras realizadas a lo largo del pasado año dentro del cine español, con pequeñas referencias ajenas en categorías especialmente dedicadas a ello. Por su parte, los Oscars se consideran la principal referencia internacional en la materia.

Más allá del acto en sí, y de las posibles opiniones que puedan surgir acerca de los resultados acontecidos, creo relevante debatir acerca de un gremio en peligro de extinción, no por culpa de la piratería, sino por la escasez de oferta de calidad y una negación absurda a la apertura frente a nuevas tecnologías.

Estamos de acuerdo en que la piratería como tal, es un mal que perjudica a todo el sector, así como lo hace en muchos otros gremios. Sin embargo es importante recalcar que piratería e Internet no son, ni de lejos, términos sinónimos. Evidentemente Internet se ha convertido en un nuevo escenario social, en el cual todos estamos invitados y al cual es cada vez más fácil acceder. Asimismo, este hecho asociado inevitablemente a la globalización, permite multiplicar indefinidamente la repercusión alcanzada por cualquier iniciativa o acción. Es decir, Internet permite ampliar horizontes a cualquier ciudadano interesado en hacerlo, lo cual nos deja dos posibles lecturas:

1.      “Cualquier ciudadano”: incluye tanto a ciudadanos ejemplares como piratas, de hecho cuando hablamos de internautas nos referimos a todos ellos (si estás leyendo esto, es que eres uno de nosotros), del mismo modo que con el término ciudadano incluimos tanto a trabajadores decentes como delincuentes.

2.      “Interesado”: Sólo aquellos decididos a mantenerse al margen de esta alternativa tecnológica, renunciarán a los posibles beneficios de una evolución social evidente. Sin embargo, negarse a tal oferta, no da derecho a cambiarla (por más que se aleje de nuestros principios e intereses) ni nos evita la posibilidad de vernos afectados por los inconvenientes que pueda generar.

Toda revolución supone el inicio de nuevas esperanzas, sí, pero a costa del final de algunas tradiciones. A lo largo de la historia, la sociedad se ha visto inmersa en innumerables muestras de esta evolución, traducidas en nuevas tendencias y aficiones, nuevas maneras de comunicarse e interactuar, de vestir, de pensar, etc. Por supuesto, todas ellas han derivado en oportunidades de negocio, dispuestas a erigirse sobre los cimientos de éxitos anteriores.

Por ello, parece algo insensato pretender nadar a contracorriente, en vez de girar la vista y buscar el mejor camino para adaptarse al entorno.

Sé que suena muy fácil de decir y muy difícil de hacer, pero también sé que es mucho más fácil sentarse en su sillón a destruir ideas en vez de levantarse y dedicar su tiempo a pensar en cómo mejorarlas. De ahí que la industria vuelva la cara a lo que se empeña en convertir en el enemigo.

No es el cine el único sector que se ha visto afectado por un cambio mundial en el modo en que la gente hace las cosas. ¿Qué es entonces lo que les da derecho a juzgar a millones de internautas por acciones que ni siquiera han cometido? De este mismo modo, sería desconsiderado por mi parte, incluir en el mismo saco a todos los profesionales de la industria cinematográfica. Me consta que existen algunos pocos dispuestos a luchar en contra de dichos miedos y a favor del cine y sus más fieles aficionados. Lo triste de esto, es que no sólo parecen ser una minoría, sino que los últimos acontecimientos nos muestran una Academia capaz de despedir a su director por recapacitar acerca de la identidad de ese “enemigo”. Una Academia que nos recuerda día a día su postura ante nosotros, los cinéfilos a los que además nos gusta disfrutar de Internet. Una Academia que representa a toda una industria que, o bien apoya sus manifestaciones, o bien observa apática como sus públicos representantes los guían hacia un suicidio colectivo.

En cualquiera de los casos, me tengo que mostrar reacio a darles mi apoyo a través del silencio y la resignación. El cine ha sido, es, y quiero que siga siendo, parte de mi tiempo libre, de mi vida. Pese a ello, depende más de vosotros que de mí. Lo cual me asusta, me inquieta y sin duda, me desagrada, pero prefiero animaros a reaccionar, a luchar por aquello en lo que creemos; confiar en que seréis capaces de superar este cambio.

Soy cinéfilo, es más, soy amante del cine en el más amplio y tradicional sentido del término, entendiéndolo como edificación en la que se proyectan películas en un entorno bien acondicionado acústicamente y aderezado con deliciosas palomitas y demás sucedáneos. Eso sí, la crisis amigos míos me obliga a privarme de este placer, para poder afrontar aspectos de mi vida no tan lujosos ni agradables.

A veces incluso llego a pensar que si tan mal está el negocio, ¿cómo es que no caen los precios de las entradas? ¿Cómo es que siguen gastándose millones en publicitar obras de dudosa calidad? ¿No sería más coherente reducir los precios, invertir en buenos contenidos y buscar alternativas de distribución menos costosas y más asequibles para el ciudadano de a pie? Al menos, estarían dedicando sus esfuerzos a recuperar el interés de sus clientes, en vez de acusarlos y decepcionarlos a diario.

Me parece genial que la respuesta a todas estas preguntas, decidan que sea la negación. Pero entonces, por favor, dejad de quejaros porque vuestro negocio se está resintiendo, cuando hay familias que no tienen ni para comer. El cine, os guste o no, es un hobby que muchos han convertido en su trabajo, pero no deja de ser un lujo. Negocios mucho más necesarios como la agricultura y la ganadería se ven al borde del abismo, la construcción se tambalea y la pesca se hunde en travesías peligrosas e improductivas.

Aprovechando la actualidad que nos mostráis, permitidme este símil: sería como si el cine mudo siguiera hoy día tachando al color y al sonido de delincuentes insensibles dispuestos a destrozar su futuro. Pero, si no me equivoco, aún hoy se pueden hacer películas en blanco y negro y sin voz, ¿no es así? Es más, he oído que incluso triunfan.


jueves, 23 de febrero de 2012

Radiography of my life


I am less than 30, too young for many, and too old for some others, but it depends on who you compare me with, doesn’t it?

I am here to talk about me, to describe myself, but please notice that I have not used the word ‘biography’ or even ‘autobiography’, but ‘radiography’ because I am not going to write about what I have done in life. I will write about what life has done to me instead. It is a personal trip to my deep inside instead of travelling around me.

Probably, that is not interesting for anyone, but at least it is interesting for me, and I am pretty sure that it could be a great opportunity for everyone to come with me in this travel and figure out what we have in common and what not.

As I have said before, I am almost 30, and I have been studying for more than 20 years, it means, I have received an education based on what people think is important in life. When I say people, I am trying to say that I have nothing to do on which subject or topics should I learn. That is the way it is. Right or wrong? We will see.

After choosing science branch of education, I decided to learn how to become an architect. Of course, before starting your career, you just have an unreal image of what being an architect means. Currently, after passing my final project and getting my degree, I still have no idea of what is the actual meaning of my profession.

As a Spaniard, I grew up learning my mother tongue and a little bit of English and German. As you can see here, my high rates on high school did not assure me any knowledge about foreign languages. It is a pity, I know. But what can I do?

However, apart from my lack of language skills, I found a job in Spain, doing what I have studied for. The economical situation forced me to accept several contracts, earning less than I should. That is fair enough. But maybe, it is not so fair to feel forced to leave your job, because the situation is so bad that you are not learning anymore, and everyday could be the last one. Instead of keeping on earning and enjoying doing nothing, I decided to leave my job and try a new adventure, of course, travelling abroad.

Easy to say, very difficult to reach. Travelling abroad? First of all, you have to improve your language skills, you have to prepare yourself to leave everything you have, and then, hurry up! because youth slips through your fingers.

Learn how to make a good CV in order to succeed, prepare your application letter, and after that try to resume your professional background. Once you have done everything, you have to start sending e-mails to every chance you find, wherever it is.

By the way, let me introduce you to the real world, where every minute without working is a minute you are losing money. Because your flat worths money, food and clothes as well, and of course petrol and language school.

As a conclusion, we could say that if you have done everything you could in order to find a good job and live your life without financial problems, you will get an amazing opportunity to start again in another country, learning a new way of working and building, while fighting against language difficulties. And that is not all, I am leaving my relatives in Spain, a country with a huge crisis, where well-educated people are flying away. It means, those people whose education they have paid for are very well prepared to help improving their country. But instead of that, they move abroad and use these acknowledges to improve other countries status.

Once I understood the size of this problem, I decided to change my mind and my personal goals again. I preferred to stay here, and give my best in order to find another way of helping. In this case, I had to make an effort to stay at home, to start my own business here and accept my new nickname, “the crazy one!”, the stupid one that did not want to scape from his country, but wanted to choose the best moment for travelling abroad by himself.

What have we done wrong? Or better said, what are we still doing wrong? If someone knows the answer, please help us! And, please, hurry up! We really need to find a solution.

miércoles, 11 de enero de 2012

La conciencia del colectivo


El otro día me daban un dato que no puede más que remover todos tus cimientos: el 98% de los universitarios no se plantean ni estarían dispuestos a emprender.

En otras palabras, entre los universitarios que mañana serán la fuerza económica de este país, existe la convicción de que un 2% de la población activa generará trabajo para el 98% restante. Y existe además la actitud de no querer aportar nada, sino que nos lo den todo hecho para poder ganarnos la vida sin muchas complicaciones ni riesgo, aunque con esfuerzo, eso sí. Ni que decir que es insostenible desde todo punto de vista.

Esa idea fue rumiando en mi cabeza y me hizo observar otros aspectos. En las reuniones de comunidad todo el mundo propone modificaciones estatutarias para poder hacer las obras que ellos quieren, sin pensar en las consecuencias que tendrá para los demás vecinos o en las aberraciones que tal “desregulación” puede provocar.

Igualmente, todos aplaudimos quien consigue evadir impuestos u obtener una prejubilación injustificable, pero a la vez exigimos los mejores servicios públicos. O descuidamos el cuidado de menores que no sean nuestros hijos o el auxilio de ancianos que no guarden parentesco con nosotros.

O más flagrante aún, intentamos siempre rebajar el coste de los servicios o el salario de los trabajadores que de nosotros dependen.

En definitiva: hemos perdido la conciencia del colectivo, del barrio, de la comunidad de vecinos, del pueblo… Hemos perdido la conciencia de que para que nos vaya bien a nosotros antes hemos de cuidar de que la situación de los que nos rodean sea buena, de que para que a nosotros nos ayuden, hemos de ayudar.

Hemos pasado a adoptar como buena y válida la mentalidad más egoísta, interesada y cortoplacista posible, aplaudimos el engaño o la habilidad para aprovecharse del sistema, ridiculizamos las actitudes altruistas, despreciamos el trato personal con las personas que nos rodean, aislándonos y convirtiéndonos, cada vez más, en personas más aisladas y solitarias, y por extensión, más individualistas y/o egoístas. Y no consideramos las consecuencias de nuestros actos más allá del presente más inmediato.

Así, hemos descuidado: el conocimiento de los que nos rodean, cosa que nos permitiría ayudarles con cosas que a lo mejor no nos suponen nada; hemos descuidado la supervisión de la educación de los menores cuando no están ni en casa ni en la escuela, posibilitando bandas y auténticas aberraciones; hemos olvidado que los que nos compran y pagan, son los mismos a los que compramos y pagamos y que si les asfixiamos económicamente, nos asfixiaremos nosotros; hemos olvidado que para que podamos estar tranquilos por nuestros mayores, alguien deberá preocuparse no sólo por sus ancianos, sino por los nuestros; y que para que haya trabajo han de existir empresarios y empresas, gente que arriesgue y se sacrifique para generar riquezas, de lo contrario dependeremos de empresas extranjeras para trabajar y esas sí que tienen conciencia de cuales son sus intereses, de donde vienen y donde revertirá el dinero que aquí ganen.

Cuando un promotor construye un edificio, ha ganado dinero, sí, pero ha generado un espacio para que muchas personas vivan, ganándoselo, sí, pero haciendo posible que tengan donde vivir. Igualmente ha generado trabajo para el sector de la construcción, arquitectos y negocios de la zona que han facilitado materiales y comida a dichos trabajadores. Pero más allá, ha generado un espacio donde en el futuro otra persona podrá comenzar con otro negocio como un gimnasio o SPA, que dará trabajo a algunas familias (que a su vez demandarán servicios que requerirán más trabajo) y que permitirá a la gente de la zona mejorar su salud y disfrutar, pagándolo, de unas instalaciones que antes no existían.

Por el contrario, cuando demonizamos al empresario, conseguimos un paro que está haciendo que le regalemos a países como Alemania trabajadores muy cualificados, cuya formación nos ha costado a todos dinero y recursos, desarraigando familias y facilitando la desestructuración de las familias, colectivo indispensable en nuestra sociedad.

Cuando en las comunidades de propietarios se exprime a las empresas proveedoras, provocamos el consiguiente ajuste de salarios y plantilla. Una plantilla formada por personas que a su vez viven en otras comunidades y que verán como han de reajustar sus presupuestos apretando más a sus proveedores, entrando en un bucle infinito de contracción y destrucción de lo conseguido hasta ahora.

El avance es una rueda que sólo gira si todos somos conscientes de cual es nuestro papel en ella. Todos podemos hacer la vida de los demás más sencilla y entonces la nuestra nos la harán más sencilla. La rueda, ese ciclo de avance necesario y deseado, sin embargo, se rompe con que uno sólo de los que recibe deje de dar y los demás lo toleremos y aceptemos como válido.

No hay futuro para esa mentalidad, los altruistas y trabajadores no podemos ser cobardes o conformistas, no podemos ser cómplices de quienes se aprovechan del sistema sin la menor intención de hacer por sostener este estado de avance y bienestar.

domingo, 8 de enero de 2012

Un domingo cualquiera


Este ocioso y festivo día suele comenzar como todos, inmerso en una nebulosa somnolienta que nos impide abrir los ojos con facilidad y nos permite avanzar en el bello arte de la auto-negociación, esa capacidad innata para convencer a nuestro cuerpo de que la mejor opción con la que cuenta es permanecer entre las cálidas sábanas que nos arropan cual vestido a medida.

Sin embargo, hubo una época de mi vida, en la cual estos días comenzaban con algo más, un mensaje, un simple gesto repleto de cariño y generosidad.

Buenos días, ¿venís a comer?

Sencillo pero contundente. Directo a la vez que sutil. Una oferta sin igual, realizada desde la humildad de quien ignora lo preciado de su oferta: un bien indescriptible, impagable e incomparable a todos los efectos (priceless que dirían algunos).

Pues bien, ese simple mensaje marcaba el inicio de una nueva semana, así como el final de la anterior, representaba un punto de inflexión marcado por los múltiples tesoros culinarios aderezados con una pizca de cultura, un buen puñado de risas y una jartá de cariño.

Un rincón familiar, alejado del nido. Un regalo del destino que recuerda lo importante de estar rodeados de aquellos seres queridos que nos alegran cada día. En muchos casos, como es este, miembros de una familia no sanguínea, sino creada mediante lazos más íntimos y complejos. Un parentesco fruto de la convivencia, más que una convivencia forzada por el parentesco. Una relación diferente pero no por ello menos consolidada.

Prueba de ello es que me encuentre hoy aquí, dispuesto a homenajear aquellos maravillosos domingos, ocultos tras un velo de cotidianeidad y aparente normalidad. Días que enseñan a valorar a esas pocas personas capaces de dar sin pedir nada a cambio, ofrecer pese a no tener por qué hacerlo. Personas dispuestas a abrirte las puertas de su casa para no volver a cerrarlas nunca.

Sin duda, me siento un verdadero privilegiado de haber podido formar parte de tan divertidas reuniones, en las cuales la juventud y la experiencia se mezclaban en un cocktail de humor y buena comida. Conversaciones sinceras, interesantes e ingeniosas.

¿Por qué recordar esto ahora? Por nada en especial, de hecho no es hoy, sino hoy también. La única diferencia, es que hoy he decidido que era un buen momento para expresar mi gratitud a través del repiqueteo de teclas que transfiere mis sentimientos más íntimos y personales hacia todos aquellos que deseen compartirlos conmigo. Pero, sin duda, se trata de un reconocimiento más que merecido a una época pasada pero infinita, inmortal. Todos los que algún día pudimos sentirnos participes de esta inolvidable experiencia sabemos que no podrá volver a repetirse, nos falta el astro sobre el cual orbitar, la clave de aquel edificio llamado hogar. Afortunadamente, cada recuerdo se tiñe del brillo de las sonrisas con que se iluminaban aquellas reuniones entre amigos, aquellas comidas en familia.

Hace algunos años, por estas fechas, hubiésemos emprendido nuestro tradicional viaje en busca del obsequio navideño con que adornar la estancia y agradecer a la anfitriona su hospitalidad. El trayecto por el cual encontrar la tradicional Flor de Pascua (“Pascuero” para los amigos), esa bella planta que lográbamos desprestigiar año tras año, con cada nuevo regalo, encontrando siempre el ejemplar menos agraciado.

Este año, no hemos recurrido a tal obsequio, que hace años dejó de tener sentido para mí. Sin embargo, me gustaría recuperar tal espíritu a través de esta nueva modalidad de presente, menos ornamental pero confío que más duradera.

Es por ello, que me siento hoy para decir:

¡LO SIENTO!

Siento no haber podido estar allí el último día, siento no haberte despedido como merecías, siento no haber abrazado a los tuyos como míos que son. Pero lo más importante, siento no haber podido dedicarte por ultima vez, una de las múltiples sonrisas que aún te debo. Pues esta es la única tristeza que puedo asociar a tu imagen, y desde luego no tiene nada que ver contigo, sino con ese cúmulo de circunstancias que me alejaron de aquel importante instante.

Pero no es este el mensaje con que me gustaría empezar este día, sino con uno bastante más parecido al que precedió cada celebración familiar:

¡GRACIAS!

Gracias por todo esto y mucho más, todo aquello que mi torpeza y falta de riqueza verbal me impiden expresar en palabras. Gracias por invitarnos a tu casa y dejarnos aportar nuestro pequeño granito de arena a la felicidad que inundaba cada almuerzo.

Si sirve de algo, decir que hay detalles que no se olvidan, y por más domingos que puedan pasar, no me cansaré de recordar, desde el más profundo agradecimiento y admiración, cada uno de esos domingos, cualquiera de ellos.





Unos vienen, otros se van


Un año más nos encontramos ante la incertidumbre derivada del cambio de almanaque, ese acto aparentemente ridículo y casi anecdótico, que, sin embargo, nos incita a un análisis melancólico de lo ya pasado, un ejercicio mental de autocrítica y el consiguiente listado de propósitos de enmienda. No obstante, analizado fríamente es sólo un día más, en el cual los medios de comunicación se empeñan en recordarnos lo ocurrido en los 365 días anteriores y llenarnos la cabeza de expectativas y nuevos deseos.

No cabe duda que es importante que nos ayuden a este reseteo anual, contribuyendo al cierre de un ciclo para dar lugar a uno nuevo.

Pues bien, en mi caso, este año supone una vez más la confirmación de que la energía, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Esta máxima de la naturaleza se ve reflejada en cada nuevo dato demográfico y supone la demostración empírica de que lo realmente importante es aquello que afecta directamente a esta evolución energética. El resto de cosas son simples distracciones que nos ayudan a amenizar este tránsito.

Es por ello, que cada nuevo acontecimiento vital ha contribuido a mi aprendizaje, enseñándome que no debemos preocuparnos más que por lo que realmente importa. En este sentido, el pasado año lo recordaré por el descubrimiento personal sobre la energía. Entender que cuando notes que tu energía se está destruyendo, alejándose atraída por el abandono de la ilusión, sólo nos queda redirigir esa energía hacia un nuevo objetivo; es decir, transformarla para que continúe ahí. Sólo el ser humano es capaz de destruir la energía, ya sea propia o ajena, a base de minar el ánimo y la ilusión, fomentando la entropía hasta alcanzar cotas insospechadas.

En estos casos, invito a todos a recapacitar y reencontrarse con sus sueños e ideales, localizar el problema que no nos permite ver la energía, y encontrar un nuevo enfoque desde el cual poder verla mejor, pues ya sabemos que siempre está. Solo es cuestión de saber hacia donde mirar.

Sin embargo no todo es bonito, en lo que a la energía se refiere. El propio proceso de transformación supone una rotación de la energía entre los diferentes seres vivos que pueblan la Tierra. Ello significa que debemos asumir despedidas, del mismo modo que celebramos las nuevas incorporaciones. Una vez más, la naturaleza es implacable, de nosotros depende ser capaces de objetivizar dicha máxima para valorar a aquellos que se van por lo que nos pudieron aportar, aquello que no olvidaremos, y por contribuir en su ciclo vital a la llegada de otros repletos de ilusión y energía. Con ello, aprovechar los ejemplos positivos para asumir mejor los negativos, y despedir con una sonrisa tan triste como orgullosa a nuestros, por siempre, seres queridos.

Por tanto, dicho esto, lo más importante de este año que se va, es que lo hace tal y como empezó, repleto de ilusión y esperanza por los nuevos proyectos de vida en los que nos vemos sumidos, y por los cuales, sin duda, deberemos luchar a lo largo de este nuevo año y los que estén por llegar. Poder decir esto en los momentos que corren, ya es motivo más que suficiente para afrontar este 2012 con una enorme sonrisa, dispuesto a participar de este flujo energético en que nos encontramos bajo un filtro de ánimo y optimismo.