Cansado de algunos
inútiles y asombrado de la magnificencia de otros muchos.
Hoy he pasado de un
sentimiento de hartazgo a otro de admiración y vergüenza torera
leyendo las noticias.
Hartazgo
por ver como hay personas que compraron una vivienda normal, sin
lujos ni excesos, asumiendo para ello hipotecas razonables, van a ser
desalojados por haber ido al paro por falta de actividad empresarial.
No todo son derrochadores y especuladores. No es justo juzgar a todos
con el mismo rasero.
Hartazgo
por ver como el poder económico está imponiendo lentamente su ley a
todos y cada uno de los países, en lo que está siendo un golpe de
estado silencioso y por todos tolerado. A cambio de ayudas para los
bancos españoles, a quienes ya pagamos nuestras deudas todos los
meses, tenemos los españoles que ceder la soberanía en asuntos tan
vitales como la gestión tributaria y económica del país. Eso, en
palabras llanas, es todo menos decidir como se fomenta la cultura y
como se castiga un delito ajeno a bienes patrimoniales. Prefiero que
desaparezcan los bancos a que sea una troika, mandatarios de los
“mercados”, los que decidan en lugar de nuestros legítimos
representantes (aunque inútiles), que hacer y como hacerlo.
Hartazgo
por ver como el Estado no hace sino empeorar la situación,
derrochando en épocas boyantes y despidiendo y recortando en épocas
malas, gobernado por cabezas huecas (y en muchos casos presuntos
corruptos), que lo único que saben es arrimarse al árbol que más
sombra da,.
El estado, en una
economía de mercado, debe estar en segundo plano y actuar como una
amortiguador que corrige los fallos de esas leyes de mercado. Debe
ahorrar en épocas de bonanza, velar porque eso no lleve a creación
de burbujas y corregir de inmediato cualquier ralentización de la
economía, por pinchazo de una burbuja. Debe suplir la inversión
privada cuando ésta no se da y reservar recursos cuando la
iniciativa privada hace innecesaria su intervención.
Hartazgo
por ver como ahora los políticos quieren apuntarse un tanto cuando
piden la comparecencia en el Congreso de los directivos de las
entidades financieras quebradas, algo que en realidad se hace para
salvar la cara, tras una lógica reivindicación pública y cuando la
justicia ya ha aperturado diligencias previas para investigar lo
ocurrido.
Pero todo no es hartazgo,
hoy también he sentido admiración por ver que hay
gente que es capaz de salir a la calle a apoyar las reivindicaciones
de los mineros aunque no hayan visto una mina en su vida, ni sepan de
su dureza. No sé si la mina es una industria a salvar, pero sí que
si cambiamos el modelo productivo se ha de prever políticas para
evitar que los trabajadores del sector sufran las consecuencias.
He sentido admiración
por los integrantes del movimiento 15M que han conseguido reunir
dinero para presentar una querella contra los directivos de las
entidades financieras que nos han llevado a la ruina colectiva. Algo
que además de admiración me hace sentir vergüenza torera por no
hacer lo que también, y especialmente en mi caso, pude hacer.
He sentido admiración
por esas personas que siguiendo un concepto moral y ético de la
justicia han evitado que una madre con dos hijos se quede en la calle
al no poder pagar una hipoteca para adquisición de una vivienda
necesaria y para nada suntuosa.
Las normas existen y se
deben respetar, pero su aplicación ha de ser desde la consideración
de todos los factores y hechos, no parcial, y es un principio básico
de cualquier cuerpo normativo el que no se puede proteger el
beneficio que surge de la negligencia o culpa del responsable. En
derecho se dice que el que ha actuado negligentemente (con culpa) no
puede obtener beneficio de su propia culpa o negligencia. Todos
estamos de acuerdo en que un maltratador no debe recibir pensión de
viudedad si mata a su esposa. Pues igualmente un banco, miembro del
sector financiero, cuyos excesos han provocado esta crisis y el paro
de sus clientes, no debería poder adjudicarse el inmueble adquirido
con el dinero prestado por el 60% de su tasación (conservando el
derecho a reclamar el resto frente a otros bienes del deudor o sus
avalistas), cuando el deudor no paga porque no tiene trabajo ni
ingresos para reintegrar el préstamo. Otra cosa sería que el deudor
no pagase el préstamo por mala fe o causa ajena a la crisis, o
porque hubiese sido concedido para una vivienda suntuosa o por encima
de las posibilidades económicas del deudor.
He sentido admiración
por los jueces-magistrado que así lo han expresado en varias
sentencias, estimando que la deuda quedaba saldada con la
adjudicación del inmueble, por entender que lo contrario, pese a ser
ajustado al literal de la norma, sería injusto por ir contra el
principio precitado de no permitir el beneficio del culpable.
He sentido admiración
por esa madre soltera que iba a ser desahuciada, que aun en esa
situación límite, oportunamente solventada con la concesión de un
piso de protección (alquiler de 70.-Euros/mes) y el aplazamiento de
su lanzamiento, ha sabido ver y destacar que el problema no es la
vivienda en este país (viviendas hay más que personas necesitadas
de ellas), sino la falta de empleo. Como bien señala, da igual lo
barato que sea el alquiler si no encuentra trabajo para poder
pagarlo.
¿Cómo es posible que
una madre soltera sin asesores ni información privilegiada vea las
cosas más claras que todos los cerebritos que tenemos por
representantes en las cámaras? Aquí sólo se habla de inyectar
liquidez, de salvar a la banca y de recortar puestos y costes. La
administración parece que va a recortar en personal y pagas extra.
Los bancos intervenidos deberán recortar personal y cerrar
sucursales. Y el IVA, impuesto indiscriminado e injusto como el que
más, parece que subirá una vez más.
En una sociedad con un
paro insostenible, ¿cómo puede ser considerado una solución elevar
el número de personas sin ingresos, reducir el poder adquisitivo de
los que trabajan y encima encarecer todo al subir el IVA? Hasta un
niño entiende que echar gasolina a un fuego no es apagarlo.
Hasta un niño entiende
que las empresas necesitan vender para subsistir y que sin poder
adquisitivo o ingresos nadie consume.
Hasta un niño entiende
que si no hay beneficio, no se pueden pagar deudas y que dar dinero a
una entidad quebrada y sin actividad, es tirar el dinero. Da igual
cuales sean las condiciones del préstamo porque no podrá
reintegrarlo pues nada produce.
La economía de libre
mercado es un circulo vicioso, que tiende a retroalimentarse en un
sentido positivo o negativo hasta el extremo. Es papel del estado el
controlar que se retroalimente en sentido positivo pero sin llegar al
extremo de agotarse.
Ahora lo que está
haciendo es animarlo para que se retroalimente negativamente hasta
que no quede nada.
Menos mal que aun hay
gente, mucha, con conciencia y con los arrestos de pelear por lo que
es suyo y por que no le tomen el pelo con su aquiescencia.
Y por último, siento
orgullo de poder ver que incluso en un cabreo monumental y una
situación terrible, la gente me ha dado motivos para sentir
admiración más veces que hartazgo.