No sé si os habéis sentido perdidos
como turistas alguna vez, imagino que sí. Es una sensación que
puede ser agradable por el hecho de no poder prever que se descubrirá
a continuación o frustrante, por no poder saber como llegar al
destino o sentir que se está perdiendo el tiempo, en un rodeo
innecesario, o el dinero, al acudir a un negocio caro y de escasa
calidad que los lugareños obvian a favor de otros.
En esa situación, lo normal es
envidiar el conocimiento del lugar que tienen los lugareños. Antes
de que existiese el GPS siempre que estaba fuera de mi entorno
envidiaba la capacidad que los locales tendrían para diseñar una
ruta en su cabeza o, incluso, rememorar rápidamente los mejores
sitios para una buena cena.
Ahora con los GPS y el acceso a
internet omnipresente, cada vez sentimos menos eso, pues tenemos toda
la información a nuestra disposición siempre, e incluso empieza a
ser posible el filtrarla en función de lo que nos rodea. Pero aun no
hemos llegado al punto de superponer esa información de forma
permanente sobre nuestra percepción del mundo.
El problema es que ya se empieza a
hablar de forma seria de dispositivos capaces de superponer sobre la
imagen real, una capa de información actualizada. Parece una simple
pijada geek, pero no lo es.
Os habéis parado a pensar en lo que
ello puede suponer para la nueva generación que está naciendo
ahora. Los más jóvenes apenas nos estamos adaptando a la
multitarea. No nos resulta raro estar andando por la calle escuchando
música y contestando correos o consultando las noticias consideradas
relevantes por los amigos en Twitter. Estamos permanentemente
localizados, comunicados e informados y muchas veces echamos de menos
perdernos, desconectar.
Pero es algo reciente, nuestro
aprendizaje no estuvo condicionado por tales avances. Se basó en la
adquisición de conocimiento a base de memorizar los datos. Nosotros
ambicionábamos tener una colección de música, conocimientos y
películas o conocer mejor que nadie nuestra ciudad. Ahora nos
adaptamos, pero no es nuestro medio natural y conocemos una
alternativa.
Pero, ¿nos hemos parado a pensar los
cambios que puede generar en la humanidad este salto tecnológico?
Ahora la nueva generación no conocerá
ni valorará el memorizar la información, ¿para qué molestarse en
memorizar algo que está siempre a su alcance?
La nueva generación no querrá
coleccionar el arte y la cultura, pues estará siempre a su
disposición en internet.
Pero además, la nueva generación,
probablemente no piense o decida de la forma que lo hacemos nosotros.
Ni sabrá que la felicidad a veces está en aislarse o desconectar.
Sencillamente desconocerán esos conceptos.
Son una generación que podrá
consultar información actualizada y clasificarla a través de la
tecnología en cualquier momento, de hecho, lo harán a todas horas.
Desarrollarán la capacidad de filtrar
información rápido, mejorarán la capacidad de análisis y
decisión, pero por el camino tendrán una dependencia total y
absoluta de la información almacenada en fuentes externas (algo muy
peligroso).
Interactuarán con la tecnología de
forma innata y constante, pero de forma indirecta con su entorno.
Tendrán relación constante con personas por afinidad ideológica o
de gustos, no por cercanía, y de una forma sesgada y controlada, lo
que les llevará a perder una habilidad social que no aprendieron y
que nadie les recordará (la anterior generación nos relacionaremos
en modos y por canales distintos).
Será una generación que además será,
forzosamente, autodidacta o más bien autónoma, pero no para
aprender a hacer cosas, sino a resolver problemas puntuales o a tomar
decisiones.
¿Para qué saber sumar si puedes
preguntarlo y obtener una respuesta inmediata?
¿Para qué conocer la ciudad si puedes
ver constantemente lo que te rodea clasificado y buscar lo que
necesitas, que te digan donde lo venden y además como llegar?
¿Para qué observar los indicativos
naturales de un cambio del tiempo si puedes conocer de forma
inmediata la previsión para los próximos quince días?
¿Para qué perder el tiempo en
aprender a hacer cualquier cosa y mecanizarlo, si el video o tutorial
siempre estará ahí?
¿Por qué pararme a reflexionar si no
sé lo que es el aburrimiento o la inactividad intelectual?
Todo esto me lleva a una generación
con menos recursos y, sobre todo, más manipulable. Si les quitas la
conexión o consigues filtrar la información, les habrás cegado. No
habrá intercambio de información por el boca a boca. No habrá un
fondo de conocimiento básico, de cultura general que permita saber
si te están engañando o incluso realizar tareas básicas como
desplazarse en su entorno habitual.
Por no haber, no habrá ni asentamiento
de las experiencias ni memoria, porque no habrán entrenado esa
memoria y todo será cambiante.
En un mundo donde todo el que mire
hacia la sede de tu negocio, sepa de la opinión de los demás
clientes y tus precios comparados con el resto, la buena o mala
reputación cambiará por horas y nadie querrá recordar lo que fue
hace meses o años, sólo como lo estás haciendo en los últimos
días u horas. En un mundo donde todo queda registrado en fotos y
vídeos, para qué pararte a memorizar o rememorar.
Una desconexión será para esa
generación como para nosotros ir descalzos o quedarnos sin nuestro
vehículo y ese es un cambio muy grande como para no reflexionar
sobre si queremos darlo. Es un paso que además, será sin retorno.
Habremos creado una nueva necesidad para la nueva generación: aire,
comida, casa y conexión de datos constante, ubicua y permanente.
La tecnología está bien, aporta mil
ventajas, pero si permitimos que monopolice el aprendizaje y
experiencias vitales de la nueva generación, quizás estemos
haciendo un uso inadecuado que pueda llevarnos a resultados
perversos.
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