martes, 8 de noviembre de 2011

“Debate electoral”


Seré breve, me resulta vergonzoso no sólo asistir a un espectáculo tan lamentable, sino peor aún, ser parte de ello.

¿Cómo se puede hablar de una nación sin hacer la más mínima referencia a ella? Sí, en todo momento, se ha utilizado a la sociedad para decorar sus discursos electorales, pero ninguno ha tenido la valía necesaria para afrontar una realidad evidente y molesta, la desconexión existente entre políticos y ciudadanos.

La conclusión de ambos candidatos, aún sigo sin entender porque son sólo dos, parece obtenida de un manual descontextualizado y atemporal. Uno nos propone su partido como solución, ante la acumulación infinita de experiencia y aptitudes, qué lastima que no hayan podido ustedes participar cuando han tenido la oportunidad como líderes de la oposición. Eso sí, me anima saber que en sólo un mes han podido alcanzar esta sabiduría. Así es como debería funcionar la educación. No olvidemos tampoco, lo fácil que resulta acabar con el paro desde la silla en la que se sienta. Cuán diferente debe ser la silla que le otorgaron en el Congreso.

El otro nos insta al voto y a confiar en la democracia, ¿pero se ha planteado el por qué no queremos votar? ¿Han reflexionado acerca de la lamentable situación en la que vivimos, donde los representantes no tienen a quien representar? Se lo diré, no creemos en ustedes. Y lo peor es que lejos de preocuparle, nos siguen empleando para añadir una componente social a todas sus iniciativas. Ojalá ese interés social desembocara en una atención a las peticiones y desencantos de esa sociedad, por variar. Efectivamente la indiferencia no ayuda, pero me gustaría que se aplicaran el cuento y afrontaran nuestras inquietudes.

Podría dedicar una noche completa a mostrar mi decepción por este debate, pero prefiero resumirlo en que una vez más, la única nación que he visto reflejada es la que deciden adjuntar a sus discursos populistas y carentes de contenido. Crear trabajo es algo que va más allá, de la simple unión de palabras. Fomentar la igualdad de oportunidades, representa mucho más que añadir los términos social o público a cada ámbito a debatir.

Señores, me limito a decir, que es extremadamente triste tener que irme a la cama con la sensación de que acabo de perder cerca de dos horas de mi vida en escuchar a gente que no dedica ni cinco minutos a escucharme a mí, cuando, lo más importante, son ellos los que se supone que son elegidos para servirme y representarme a mí y no lo contrario. Voy a emplear mejor mi tiempo en intentar formarme como persona para enfrentarme a las múltiples dificultades que ustedes se han empeñado en ofrecerme.

¡Enhorabuena! Han vuelto a superarse, desvirtuar un nuevo concepto, el del debate electoral y democrático. Sigan así, y este país podrá presumir de ser el único carente de principios y valores, gracias a la representación “políticamente correcta” de sus dirigentes.

Un saludo y gracias.

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